La humanidad es un entrelazado de seres múltiples y diferentes, hechos para abrazarse, buscando en la solidaridad los caminos para ser feliz y hacer felices a los demás. Esta es la hora oportuna y providencial para las religiones. Con la globalización, ellas se ven forzadas a encontrarse y convidadas a dialogar y a entenderse, a mostrar la verdad de su ser. Ellas existen para ser fuentes de reconciliación, en lo íntimo de los corazones y en el seno de las sociedades, promoviendo la justicia y la paz, buscando la verdad humana en la trascendencia, en la creatividad, en la fraternidad sin límites y sin discriminaciones. Por encima de toda competencia o de cualquier tentación de proselitismo, las religiones hablarán el lenguaje de la libertad, del respeto por las personas y por las conciencias, buscando despertar la responsabilidad, la generosidad y la solidaridad. Su verdadera fuerza estará en vivir y predicar la gratuidad del amor.
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